Soñé ayer contigo,
después de tanto tiempo de no pensarte,
apareciste inconscientemente como el fuego.
Me volviste a quemar por dentro,
regresaste a destruirme una vez más con tu recuerdo.
Odiaba esas pláticas diarias y monótonas,
ahora ya ni siquiera esas existen.
Regresaste para destruir todas mis creencias acerca de un futuro, de una vida a tu lado, de un anillo demasiado mencionado.
Regresaste para volver a llenar mis noches de lágrimas, mis sueños de tu cara y esos labios que me encantan.
Ese parque que fue nuestro refugio,
esos árboles que escucharon nuestros te amo, ese pasto donde el tiempo parecía infinito
y sólo existía tu mirada en la mía.
Ese parque ya no es más que árboles secos, bancas grises y pasto quemado.
Extraño morder tu mandíbula, clavar mis uñas en tu espalda, esos vicios y aficiones extrañas que compartíamos.
Pero hay veces que me pregunto si fue real, sino fue sólo el hecho de que no podía ser y por eso nos esforzamos tanto en que fuera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario